Las circunstancias que aconsejan la presente circular son, a nuestro entender, lo suficientemente graves para que solicitemos a todos los compañeros al menos el tiempo preciso para la reflexión en profundidad de lo que aquí se relata. Hasta ahora, todas las Organizaciones Sindicales (a excepción de SEGRUPO que, hablando claro, no es un sindicato ni va a defender nunca los intereses, ni individuales ni colectivos, de los trabajadores de esta empresa, como ya lleva años demostrando con su inexistente acción sindical) aconsejábamos, para evitar males mayores, atenerse al cumplimiento estricto del reglamento y la normativa, independientemente de las presiones comerciales que pudiéramos recibir de instancias jerárquicas superiores. Entendíamos todos que el cumplimiento de la normativa no podría nunca, de ninguna manera, derivar en la apertura de un expediente disciplinario ni en la administración de una sanción. Lógica pura: si yo cumplo fielmente con lo que la norma dictamina, quienes han diseñado y elaborado dicha norma no tendrán, a ese respecto, motivos para sancionarme.
Sin embargo, nos equivocábamos. Aquí, en esta empresa, este banco dirigido por, creíamos personas, basándose en un cúmulo de arbitrariedades y opiniones subjetivas que manifiesta una novel directora con ansias de figurar (no se sabe en qué) y con una sonrisa en la boca (desconocemos que les produce esa necesidad de sonreír) despiden y condenan echando a la “puta calle” a un compañero, con 57 años y cabeza de familia, con 30 años de antigüedad irreprochable en esta empresa. La única falta de este compañero, administrativo y cajero –por si alguien lo quiere saber- ha sido cumplir la normativa a rajatabla y pedir autorización por escrito a su directora cuando esta le solicitaba transgredirla. Como parece ser que a esta aspirante a directora regional (además de candidata a delegada sindical por la lista electoral de SEGRUPO en las pasadas elecciones sindicales) le molestaba tal cuestionamiento de su autoridad, ha ido facilitando a ciertos usuarios de los servicios de la sucursal (la mayoría, no clientes) la presentación de quejas sobre la lentitud en el servicio del compañero (todas ellas motivadas por dudas en la operativa o caída del sistema informático) para irlas acumulando durante año y medio y así, generar argumentos con el fin de solicitar la sanción de despido para él. Todos los que hemos tenido la suerte de trabajar junto a Cesar sospechamos de la inquina de esta señorita, porque su acusación principal se basa en lo que este compañero, aunque se esfuerce, nunca podría convertirse: a saber, en una persona de trato desconsiderado y despectivo hacia el cliente.
Por otro lado nos resulta cuanto menos curioso que al compañero se le despida por algunas quejas de algunos clientes centradas básicamente en algo no imputable, en un porcentaje elevado de los casos, a él (lentitud del servicio producido por causas técnicas) y, por ejemplo, las múltiples quejas por la colocación, obviando la reglamentación impuesta por Basilea, de IRS y SWAP que han ocasionado perjuicios constatables y objetivables a los clientes no haya motivado sanción ninguna ni en quienes diseñaron el producto, ni en quienes instaron y presionaron a comercializarlo, ni en quienes obviaron la formación necesaria a la plantilla para poder informar sobre las características de dichos productos, ni en quienes lo colocaron (que no vendieron) por pura ambición personal obviando los legítimos intereses de los clientes y la legislación sobre información de productos financieros, etc.
A nuestro modo de ver, este hecho supone un salto cualitativo en las relaciones del banco, y por ende, de su cúpula directiva con los empleados. En base a una confianza que puede ser fruto de las circunstancias económicas actuales y de las prerrogativas, tan favorables al hacer de las empresas, que la nueva legislación laboral les ha otorgado ya no sienten ninguna vergüenza en acometer las más viles acciones en contra de quienes trabajamos aquí, con el fin de mantenerse a sí mismos en sus ansiados tronos.
A los compañeros y compañeras de CGT este hecho nos pone en estado de máxima alerta. La discrecionalidad para la imputación de faltas y sus consiguientes sanciones es absoluta. En su consideración somos sólo piezas de las que se puede uno desprender a antojo ya que a sus “guías espirituales” así como sus amigos, conviene saberlo, los tienen fuera del terreno laboral. Bajo estas consideraciones creemos que se debe estar atento y cuando se den las circunstancias que así lo aconsejen, anticiparse y poner en conocimiento de cualquiera de las organizaciones sindicales las irregularidades que desde instancias superiores nos presionan para que cometamos y así poder solicitar las necesarias aclaraciones a quienes pretenden y no consiguen hacer un ejercicio de coherencia y seriedad profesional con la política de relaciones humanas y laborales en esta empresa.
Salud.
Salud.