viernes, 23 de mayo de 2014

Los objetivos del miedo


Se hace cada vez más patente que cuando la incapacidad y falta de recursos propios para dirigir grupos de personas es latente, inmediata y lamentablemente aparece entre alguno de nuestros directivos la forma, cada vez más extendida,   del “SÍ, PORQUE LO DIGO YO”.

Esto viene a cuento debido a la iniciativa que han tenido a bien, o mejor dicho a mal,  poner en práctica  algunos “Directores de Oficina. No es otra, que la implantación de un sistema de consecución de objetivos personalizados a cada uno de los miembros de la plantilla. Los objetivos propios, si los hubiere, los desconocemos, bastante trabajo tienen ellos con arrear y responsabilizar de todos sus males a sus subordinados.

 Entre otras, ésta última salida del tiesto, no hace más que unirse a una ya larga lista de ocurrencias de todos conocidas, que estos “superiores” acostumbran a poner en práctica con sus trabajadores cuando el aire sopla de cara y los resultados en las oficinas no son los deseados. Como directores son los primeros responsables, pero culpabilizar y exhibir malas maneras y peor gestión al resto de componentes de las plantilla es, cuanto menos, repudiable.

En primera instancia ignoran abiertamente la legalidad vigente y que para la puesta en práctica de este cambio en el sistema de trabajo colectivo (recogido en el art. 41 del Estatuto de los Trabajadores) se hace necesaria la previa comunicación de la empresa a los representantes de los trabajadores con los que deberá realizar las correspondientes consultas en los plazos marcados (acta de infracción abierta a la empresa con motivo de la venta de los pagarés a mediados de 2012). La forma de actuar es grave, y puesto que esta práctica no es generalizada, nos hace pensar más en una toma de decisión de carácter totalmente personal que en una directriz empresarial. Quizá este prototipo de mequetrefe, añorando tiempos pasados,  aún no se haya dado cuenta que nos encontramos en la segunda decena del siglo XXI.

Quede claro que estas personas no son competentes para tomar este tipo de decisiones arbitrarias e incongruentes a todas luces ilegales y que lo único que pretenden es instaurar un régimen de terror entre sus trabajadores. Desde CGT nos reservamos la toma de acciones legales pertinentes contra sus responsables.

Esperamos que, más pronto que tarde, estas conductas que denotan la incapacidad de sus ejecutores y reflejan ilegales condiciones del trabajo, sean reflexivamente erradicadas desde donde proceda.

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