Se hace cada vez más patente que cuando la incapacidad y
falta de recursos propios para dirigir grupos de personas es latente, inmediata
y lamentablemente aparece entre alguno de nuestros directivos la forma, cada
vez más extendida, del “SÍ, PORQUE LO DIGO
YO”.
Esto viene a cuento debido a la iniciativa que han tenido
a bien, o mejor dicho a mal, poner en
práctica algunos “Directores de Oficina”. No es otra, que la implantación
de un sistema de consecución de
objetivos personalizados a cada uno de los miembros de la plantilla. Los
objetivos propios, si los hubiere, los desconocemos, bastante trabajo tienen
ellos con arrear y responsabilizar de todos sus males a sus subordinados.
Entre otras, ésta
última salida del tiesto, no hace más que unirse a una ya larga lista de
ocurrencias de todos conocidas, que estos “superiores” acostumbran a poner en
práctica con sus trabajadores cuando el aire sopla de cara y los resultados en
las oficinas no son los deseados. Como directores son los primeros responsables,
pero culpabilizar y exhibir malas maneras y peor gestión al resto de
componentes de las plantilla es, cuanto menos, repudiable.
En primera
instancia ignoran abiertamente la legalidad vigente y que para la puesta en
práctica de este cambio en el sistema de trabajo colectivo (recogido en el art.
41 del Estatuto de los Trabajadores) se hace necesaria la previa comunicación
de la empresa a los representantes de los trabajadores con los que deberá
realizar las correspondientes consultas en los plazos marcados (acta de infracción abierta a la empresa
con motivo de la venta de los pagarés a mediados de 2012). La forma de
actuar es grave, y puesto que esta práctica no es generalizada, nos hace pensar
más en una toma de decisión de carácter totalmente personal que en una
directriz empresarial. Quizá este prototipo de mequetrefe, añorando tiempos
pasados, aún no se haya dado cuenta que nos
encontramos en la segunda decena del siglo XXI.
Quede
claro que estas personas no son competentes para tomar este tipo de decisiones arbitrarias e incongruentes a todas
luces ilegales y que lo único que
pretenden es instaurar un régimen de terror entre sus trabajadores. Desde CGT nos reservamos
la toma de acciones legales pertinentes contra sus responsables.
Esperamos
que, más pronto que tarde, estas conductas que denotan la incapacidad de sus
ejecutores y reflejan ilegales condiciones del trabajo, sean reflexivamente
erradicadas desde donde proceda.
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viernes, 23 de mayo de 2014
Los objetivos del miedo
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