viernes, 24 de octubre de 2014

El valor Popular en decadencia

Nunca sabremos si a Luis Valls le hubiese agradado ver cómo es hoy el Banco Popular Español al que con tanto empeño dedicó una buena parte de su vida.
Desde CGT y a pesar de diferir de sus ideas, no nos lo imaginamos feliz, sino un tanto contrariado. Y es que, si bien hay cuestiones que aún nos permiten identificarlas como “Valores del Popular”, algunas decisiones que nos afectan, parecen más bien dedicadas a despojarnos del sello con el que hemos venido siendo acuñados.
Queremos referirnos en esta ocasión a la atención personalizada al cliente, auténtico baluarte de ese especial estilo “florentino” que junto con “la transparencia y el traje a medida” potenciados por su reflexión y pensamiento, tan buenos y prósperos resultados aportaron a esta entidad y nos definieron ante la competencia.
Aunque se nos machaca repetidamente con mensajes que en el fondo tratan de que mantengamos esos criterios, no entendemos la forma en que se nos dirigen: aterrorizan en vez de animar. La pérdida de valores, la ambición negativa,
el poder y las maneras de ciertos responsables nos está llevando a que perdamos la fe en algo tan importante como la confianza en las personas. Parece que algunos aún no han entendido que la credibilidad y el respeto no se imponen, se
ganan.
A tal fin queremos denunciar públicamente decisiones que puestas en relación con lo anterior nos sitúan en inferioridad de condiciones materiales, y lo que es peor, de autoestima para realizar bien nuestro trabajo.
Así, según datos actualizados a finales de Mayo, en nuestra red de oficinas contamos con 69 sucursales de un solo empleado, su función, más teórica que evidentemente práctica, es la de Director. Añadimos que en 256 sucursales más la plantilla es de solamente dos empleados.
Otro de los datos estadísticos que a nuestro juicio parece relacionado con esta realidad se aprecia en el volumen creciente de quejas de clientes al B. de España. Con datos de 2012 (últimos publicados por su Servicio de Reclamaciones) nos han situado como la 3º entidad más reclamada por detrás de Citibank y Caja España.
Pudiendo extraer múltiples conclusiones de estos datos, solo valoraremos que ante este panorama, la desatención personalizada, contraria a nuestro ADN, impera. Tanto ante quien acude a la oficina y se percata de la situación, como
ante quien piensa que telefónicamente puede resolver una gestión y le resulta imposible perdemos credibilidad. No poder atender el teléfono –esto ocurre también frecuentemente en el resto de oficinas por la crónica escasez de plantilla y se agrava con la llegada del verano y vacaciones- nos desmorona.
Frente al capítulo de quejas y su incremento desmesurado si han reaccionado nuestros responsables: han decidido optar por crear departamentos específicos en Territoriales y Regionales. Quizás paliando la falta de personal en sucursales, que es donde se suele originar el conflicto o reclamación sin que sea posible resolverlo, ayudaría más a que pudiéramos mejorar. ¿Dónde queda el unilateralmente impuesto Código de conducta?
La confianza es tan frágil como la credibilidad y el respeto. Se tarda mucho tiempo en ganar, pero es muy fácil perderla. Así que a ver si conseguimos que quienes nos arengan y tienen la responsabilidad de dirigirnos en vez de basarse exclusivamente en la autoridad, obtengan nuestro respeto por la coherencia de sus decisiones.

Salud.

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